
Por AlessandroMassaro
Posiblemente uno de los temas más sensibles que una madre/padre puedan hablar es sobre el estilo de crianza.
Una escena de día de parque en donde todos las niñas y niños juegan en armonia hasta que surge una situación, una pelea por un juguete, o peor aún tu hijo está empujando a otro niño, de pronto vez la madre del niño que te mira levantado una ceja como si dijera “no le pones límite a tu hijo” o está otra situación, estás en una comida con amigos y tu hija no quiere comer nada porque dice “no me gusta” sin haberlo probado, mientras que los hijos de tus amigos de la misma edad comen de todo y con gusto.



…estrategias y formas para gestionar, berrinches, desafíos, irresponsabilidades, agresividad y otras conductas disruptivas, pero ¿cómo podemos encontrar la fórmula mágica? ¿Dónde está el famoso manual de crianza?
Tal vez has sentido esos juicios o críticas de parte de extraños, amigos y peor aún de tu familia que opinan como deberías criar mejor a tu hija/o.
Es contradictorio porque al crecer seguro has pensado que la crianza que te dieron tu madre y tu padre se podía mejorar, tal vez has pensado al crecer, casarte y esperar tu primer bebé “a mis hijos les criaré mejor”. Nacen, comienzan a crecer y te das cuentas que comienzas a percibir una falta de control, que falta algo para que tus hijos, sean más responsables, respetuosos, estudiosos, armoniosos en casa, etc…
Nos encontramos con problemas, y todos los que somos padres y madres, los experimentamos, forma parte de la crianza el abordar estas dificultades y encontrar estrategias y formas para gestionar, berrinches, desafíos, irresponsabilidades, agresividad y otras conductas disruptivas, pero ¿cómo podemos encontrar la fórmula mágica? ¿Dónde está el famoso manual de crianza?

La verdad es que no existe dicho manual porque la crianza no es un protocolo que hay que aplicar, es más bien algo dinámico con muchas variables a tomar en cuenta.
Hoy hablaremos de una de esas variables, los estilos de crianza o estilos parentales. Diana Baumrind fue la primera psicóloga que creó los términos estilo parental autoritario, permisivo/indulgente y democrático. Posteriormente Maccoby y Martin agregaron el estilo parental negligente.
Brevemente los estilos se caracterizan de la siguiente manera:
- Estilo democrático: Se provee una crianza desde el respeto y la sensibilidad por acompañar al niño/a en su dificultad escuchándole y explicándole las consecuencias de una conducta disruptiva promoviendo las conductas deseables.
- Estilo autoritario: Se enfoca en tener el control a través de normas rígidas castigos por fallos cometidos. Poca comunicación y deseo de escuchar por partes de los padres y se utiliza una comunicación unidireccional.
- Estilo permisivo/indulgente: Los padres en este estilo muestran poco interés tanto para las conductas positivas como para las negativas. Poca implicación de comunicación pero si en cubrir y atender a las necesidades de los hijos. Apenas hacen uso de castigos, consecuencias y límites.
- Estilo negligente: Los padres no se sienten implicados ni afectivamente ni en la tarea de educar a los niños. Buscan invertir el menor tiempo posible.
Las investigaciones sugieren que el estilo que favorece mayor madurez cognitiva y emocional es el estilo democrático. Ver estudio. Por otra parte el estilo parental que más se relaciona con problemas de conductas es el estilo autoritario.
Aunque los estudios parecen que apuntan a esa dirección ejercer solamente el estilo democrático y evitar el autoritario puede parecer, en ciertos momentos, una proeza épica. Hay que tomar en cuenta que como adultos, también existe el cansancio por el estrés laboral y familiar, responsabilidades, y atender a las propias necesidades personales más allá de la familiares. Lo importante es enfocar en objetivos alcanzables, y uno de ellos puede ser aumentar la frecuencia de la práctica del estilo democrático y reducir poco a poco el autoritario.
Algunas pautas sencillas para practicar el estilo democrático:
- Escucha más a tu hij@ en un conflicto
- Práctica la empatía. Esto es, posicionarte en sus zapatos y sentir lo que siente validando sus emociones. Una cosa es estar de acuerdo, y otra validar. Puedes validar y no estar de acuerdo.
- Explícale por que la conducta no deseada es un problema y que consecuencias o límites vas a sugerir para intentar corregir esa conducta. Permite espacio para el diálogo y así tu hij@ comprende el motivo de dichas consecuencias o incluso negociar si cabe la posibilidad
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